Un día los siete niños quería ir a ver un partido pero su madre no quería porque estaba muy lejos, entonces se lo pidieron a sus padres y les dijeron que sí.
Fueron en coche hasta el Santiago Bernabeu. Jugaba el Real Betis contra el Real Madrid. El partido no fue muy bien, empataron. Los dos ganaron una copa. Nos gustó mucho.
Cuando volvimos a casa, nuestras madres estaban muy preocupadas. Nos castigaron sin salir de casa una semana, pero nos escapamos de casa y nos fuimos a un campo de fútbol a entrenar.
Entonces un maestro que pasaba por allí nos dijo que si le echábamos un partido seríamos héroes.
Naturalmente le dijimos que sí. Ganamos el partido y nos dio poderes. A Álvar le dio el poder de defender muy bien, a Rodrigo le dio el poder de ser un buenísimo delantero, a Fran le dio el poder de ser un medio centro extraordinario, Beltrán para hasta tiros de fuego, es un portero genial; Edu I tiene el poder de ser un central muy rápido, Gonzalo Villarrubia tiene el poder de ser un defensa izquierdo muy bueno y Edu O es un delantero súper fuerte.
El maestro dijo: ¡Venga nos vamos a un partido!
- ¿A un partido? - contestamos nosotros
- Sí, un partido - contestó sonriendo el maestro- ¿Es que nunca habéis jugado un partido?
- Pues claro, nunca hemos jugado contra otro equipo.
Cuando salimos al campo de fútbol nos encontramos al equipo más bueno de España.
Primero empezamos perdiendo por un gol, pero luego hicimos una jugada muy buena. El central como era tan rápido, regateó al delantero, se la pasó a su delantero. Él corrió la banda y la centró.
Fran remató de cabeza y dio al palo, Rodrigo tiró de bolea y ¡¡goool!!. Éramos buenísimos.
Empezamos a meter goles hasta que en el último gol todo el mundo se quedó callado. Estábamos ganando fue la alegría más grande del partido. Entonces todo el mundo gritó: ¡¡Los futbolísimos, son los mejores!!
Cuando terminó la primera parte fuimos al vestuario y a que nos explique unas cosas el capitán. El maestro nos dio la enhorabuena: ¡¡Lo estáis haciendo muy bien!!
Cuando empezó la segunda parte, creíamos que les íbamos a ganar y ¡pum! nos metieron un gol. Ya nadie decía: ¡¡Los futbolísimos, son los mejores!!.
Su portero sacó, Fran se adelantó y se la quitó. Hizo un sombrerito sin dejarla caer y ¡¡goooool!!!
El árbitro pitó el final del partido.
Cuando volvimos a casa nuestros padres dijeron:
-¿Quién son esos que estaban saliendo en la tele?
- ¡¡Somos nosotros!!- dijimos entusiasmados
- ¿En serio? Sois los mejores. Una familia siempre se quiere.
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